Por Ane Garay y Silvia M. Pérez
La idea de que la atracción y exportación de capital transnacional es la principal fuente de crecimiento económico, progreso y “desarrollo” se ha consolidado, como si de un axioma irrefutable se tratase, en el actual orden neoliberal. Pero atraer y promover la Inversión Extranjera Directa (IED) deja, en multitud de territorios y poblaciones, una marca que poco tiene que ver con los banales (y ciertamente poco responsables) discursos del tipo “marca España”.